sábado, 3 de noviembre de 2012

Yunuén Rodríguez


Yunuén nació y se crió en Celaya, Guanajuato. Ahí participó en el taller de cuento dirigido por Guillermo Samperio. A los veinte años se mudó a Jalisco y egresó de la Universidad de Guadalajara como Ingeniero en Recursos Naturales. Tomó un larguísimo atajo hacia el ensayo científico, y hasta la edad de 25 retomó el rumbo de la ficción. En 2011 conoció lo que llaman la escritura breve, y ese mismo año su cuento corto, Alma, apareció en la antología Los Ojos de la Virgen, y su microrrelato, Caníbal, en el libro Al Este del Arcoíris, ambas publicaciones de Latin Heritage Foundation. Colabora en la sección literaria del periódico Expresión y en la revista literaria Lauda, que son de circulación regional en Jalisco, y participa en el blog El Microrrelatista.
Es parte del taller de periodismo narrativo dirigido por Juan Pablo Meneses. La crónica, tal como la describe García Márquez: un cuento que es verdad, podría ser su nuevo amor.


Plenitud

A medio puente peatonal me paro a ver los autos fluir para allá y para acá, como peces locos en el río de las tres pm. Fu-mo-mi-mo-ta. Xóchitl pone la cara entre dos barrotes, empuñándolos. Imita un chango: ¡Uh uh uh a! Y se mea de la risa. Le hago un bailecito mono y en tres brazadas ya estoy mirando el horizonte desde el techo del puente. Me sigue porque ella siempre lo puede todo. Tiene miedo de caerse y mientras le ayudo a subir le meto mano bajo la blusa. Hacemos el amor de pie, totalmente desnudos. Atardece. Nunca fui ni seré más libre que ahora. ¡Feliz plenitud! Salto.


Valiente

Salió a la pista del circo montado en un corcel, y me pareció el apache más valiente y fiero que había deseado en mis quince años de vida. Cada acrobacia mortal a todo galope me excitaba más. Al final de la función me escabullí para buscarlo tras la carpa. Lo vi recargado en los corrales; aún estaba caracterizado con la cara pintada, el torso desnudo, la pluma en el cabello y los pantalones de piel. Me le acerqué sigilosamente y lo sorprendí con un halago a su valor. Se enderezó en su sitio y me dedicó una risita nerviosa apretando las manos al corral. Di la vuelta y me fui.


Rumbo-frío-conviene

Hay tristeza de perro callejero añorando una caricia, un platón de leche tibia y una palabra amistosa. Tristeza de campeonato mundial en la banca de los derrotados, que no por ser vana deja de ser sincera. Tristeza de rostro migrante en la ventanilla. Tristeza de tres días nublados. Mi tristeza de hoy es por estar de pie en una vida sin rumbo, sin saber dónde quiero estar haciendo qué ni cómo lograrlo, refugiarme contigo y recibir un beso frío de mirada perdida en las mismas dudas, para entonces preguntarme si nos conviene ser almas gemelas.



Lamentable pérdida

Entró a la capilla funeraria directo hacia el ataúd, sin protocolos ni discreción. El sonido presuroso de sus tacones contrastó con los sollozos amainados. Usaba deliberadamente el vestido rojo entallado y corto, con una torera de encaje negro sobre los hombros desnudos. Sintió las miradas de los deudos, fiada en que nadie la reconocía, a excepción de ella... por alguna foto quizás. Tomó un respiro profundo ante los cuatro escalones, oprimiendo una rosa blanca entre sus senos. Cerró los ojos. "Tú mueres y yo descanso en paz, querido". Subió elegantemente y se inclinó a mirarlo por última vez. ¡No era él! ¿Su hermano, o alguno de sus primos? Giró conmocionada buscando entre los rostros juiciosos. Entonces lo reconoció de pie a la izquierda, abrando a una muchacha en muletas y collarín. Él la miraba con un gesto ofuscado. ¡Qué atractivo le parecía cuando estaba molesto!


Dos muchachas

Aquí llega otra vez: alta, robusta y encorvada. Probablemente somos las dos de la misma edad. Viene ocasionalmente a la tienda de mi tía a dejarle prendas bordadas en listón para que las venda; platica un rato y se va. Mi tía, por costumbre me presenta con sus conocidos, pero a ella la deja irse. ¿Por qué? No me lo había preguntado.
―Pobrecita, entiende todo, es igual que cualquier persona. El otro día me dijo: "Yo no soy así de nacimiento, ¡yo era normal! Pero me dio viruela cuando tenía ocho años y así quedé. ¡La gente me trata como si fuera una loca de la calle!", y casi llora.
La sigo con la mirada, al cruzar la calle gira levemente y le dedico una mueca intento de sonrisa. La verdad no sé si pudo verme con ese ojo protuberante que se aleja demasiado de la nariz, allá hacia la sien, como recordando.

Contacto: ladina.latina@gmail.com
Sitio web: Guadaña impía

4 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

En mi opinión -modesta- ya era hora de encontrarnos con las letras de Yunuén en esta antología.

Es posible que se me pueda acusar de no ser objetivo a la hora de mi valoración porque todo lo que escribe la Sra. Rodríguez me gusta; pero en mi descargo diré que sólo la conozco de leer sus micros. No tengo más relación con ella que la de un lector apasionado por un registro literario rico y marcado, propio, con personalidad.

Comentando los microrrelatos de Yunuén he afirmado -sin temor a errar- que su prosa tiene sabor a tequila y enchilada, a guacamole y a ranchera; tan sabrosa como picante

A esta entrada de José Manuel solo le reprocho que no recogiera el enlace para seguir leyendo a esta autora, en su blog y por ello me tomo la libertad de dejarlo yo:

http://yunrodriguez.blogspot.com.es/

Un saludo,

Alfonso Pedraza dijo...

Yunuén un gusto encontrarte en la antología.
Leerte acá y en Un cordero es un deleite.
Felicidades

Unknown dijo...

¡Vaya, pero qué autora tan linda! Jojojo ;D

Gracias por su cálida recepción, Pedro y Alfonso, y gracias Manolo por integrarme a Minificción Mexicana. Un abrazo para cada cual.

Yun dijo...

Ah, ya me fijé que la dirección electrónica que comparte Pedro, del blog, tiene un errorcito: debe terminar en .mx

http://yunrodriguez.blogspot.mx